Las últimas semanas he estado tomando el curso "Pensamiento científico", curso en español dictado en la plataforma Coursera por el profesor de la UNAM Carlos Gershenson.
La tarea de la segunda semana consistía en realizar un ensayo de 500 a 1000 palabras respecto de los temas tratados en el curso. La evaluación se realizó entre "peers", cada alumno debe revisar el trabajo (anónimo) de otros 5 alumnos, de manera que entre todos se evalúan varios factores descritos en el "Silabus" o rúbrica: "manejo del lenguaje", "extensión total", "estructura y claridad" y "contenido". Cada item por un total de 0 a 3 puntos, pudiendo entonces la tarea calificarse de 0 a 12 puntos.
Al final, mi tarea recibió una nota de 10 puntos, lo cual no es malo, supongo. Además, uno de los otros alumnos que revisó mi tarea dejó el siguiente comentario:
He revisado el comentario creyendo que verdaderamente lo ha escrito usted. Me preocupa que el comentario en realidad es un escrito de otro lado. Hay que tener cuidado de comerse las palabras por descuido y de favorecer integrar los conceptos de la clase. Este tipo de trabajos quedan mejor en los foros, el objetivo de esta actividad era un comentario.
Bueno, en fin, puede que hay tocado otros temas y que no fuera exactamente un comentario, pero el que haya hecho dudar a esa persona de que esto haya sido escrito "de verdad" en otra parte, creo que muestra que lo que escribí no quedo tan malo, al punto de parecer "copiado" de alguna otra fuente "de verdad" y no de un simple mortal tomando un curso :-P.
Y, ya terminada la etapa de evaluación, aprovecho de publicar mi tarea acá, a ver si alguien puede sacar provecho adicional de las ideas que coloqué en ella.
Para el registro: esta es MI tarea personal, la cual publico DESPUÉS del término del plazo para entregarla, el cual venció el domingo 19 de mayo.
Ciencia y Verdad
El concepto de verdad es algo que permea toda nuestra existencia. Todos nos esforzamos con alinear nuestras creencias y expectativas con lo que consideramos que es verdad. Sin embargo es posible afirmar que en la realidad nada es cierto, ni nada es falso. Todo lo que es real simplemente es; sólo podemos aproximarnos a entender que es y que no es.
Para entender esa tesis, podemos revisar la definición de verdad explicada en el curso: “verdad es lo que está de acuerdo a los hechos o la realidad”. Pero lo que está de acuerdo a los hechos o la realidad son las afirmaciones que nosotros, como seres conscientes, podemos afirmar a través del uso de lenguaje.
Toda afirmación con un valor de verdad/falsedad (proposición lógica) toma su valor dependiendo de si está en consonancia o en contradicción contra algún patrón de referencia. Pero la realidad en sí misma no cambia ni se hace más o menos verdadera por ninguna afirmación o proposición que podamos hacer.
Hay verdades epistémicas y ontológicas. Las primeras dependen de lo que decimos. Las segundas usan como referencia de la realidad. Pero para poder plantear verdades ontológicas también estamos condenados a utilizar lenguaje.
Por ejemplo, se puede afirmar que: “el agua está compuesta por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno”. La química lo ha demostrado. Pero no hay nada en el agua que sea cierto o verdadero al respecto; el agua como compuesto tiene ciertas propiedades (entre ellas su composición atómica) desde eones antes de que alguien pudiera hacer esa afirmación. Por otra parte, si todos los seres inteligentes del universo desaparecieran de golpe de la existencia (incluidos nosotros), el agua seguiría existiendo y siendo simplemente lo que es. Cualquier afirmación que se haga respecto del agua puede ser evaluada como cierta o falsa, pero no es la realidad intrínseca del agua la que es cierta o falsa.
Dado que la verdad o falsedad implican evaluar ideas o conceptos, dependen de una mente que los plantee, y de una mente que pueda evaluarlas en algún contexto. No puede haber verdad o falsedad alguna sin mentes y lenguaje.
Los seres humanos necesitamos elegir una referencia, un contexto sobre el cual evaluar las ideas y conceptos, y en base a ello se puede intentar determinar si algo es cierto o es falso. Por este motivo lo que puede ser verdad para un observador, puede ser falso para otro, en especial si ambos difieren el contexto sobre el cual hacen su evaluación.
Por lo tanto, si queremos llegar a conocer la verdad más pura y más profunda de algo, necesitamos buscar un contexto universal que idealmente: no dependa de la cultura, del lenguaje, de la sociedad o de cualquier otro parámetro que pueda ser subjetivo.
El patrón universal más general e independiente de todo sujeto es la propia realidad. Eh ahí que las verdades ontológicas sean más interesantes de descubrir y de determinar su veracidad. Y la mejor herramienta para poder investigar la realidad conocida hasta ahora es el método científico.
La ciencia se basa en el método científico, y por ello puede explorar, analizar y estudiar la realidad de manera que sus conclusiones son cada día más cercanas a la realidad, es decir, la precisión de muchas disciplinas científicas permite entender la realidad como ningún otro conocimiento o disciplina humana anterior lo ha logrado.
Como la ciencia y el método científico es llevado a cabo por humanos falibles y que perciben la realidad a partir de sentidos limitados, la ciencia no está ajena a problemas: somos fáciles de confundir, estamos sujetos a emociones que pueden distorsionar nuestro raciocinio, tenemos cerebros que pueden fallar y ser presa de alucinaciones, malas percepciones o autoengaños involuntarios. Todo eso puede llevar al más honesto de los científicos al error, a creer que una afirmación científica es ontológicamente verdadera cuando no lo es. El físico Richard Feynman afirmaba que [1]:
“El primer principio [de la integridad científica] es que uno no debe engañarse a sí mismo -y uno mismo es la persona más fácil de engañar. Es preciso, pues, tener en esto el máximo cuidado. Una vez que uno no se ha engañado a sí mismo, no engañar a los demás científicos es una cosa fácil. A partir de ahí basta ser honesto de la forma convencional.”
El método científico define mecanismos que permiten reducir los problemas anteriores. La repetición de las observaciones, el cuestionamiento constante del conocimiento acumulado, la comprobación incansable de cada “verdad ontológica” ya confirmada, y la posibilidad siempre latente de que una nueva observación clave permita descubrir nuevos principios que contradigan todo lo antes conocido y aceptado como “verdad”, hacen que la ciencia no se atasque con dogmas o verdades “sagradas” impuestas por autoridad o tradición.
En conclusión, la verdad última ontológica puede ser algo que jamás descubramos o podamos afirmar en forma absoluta. Pero es importante que intentemos basar nuestras creencias sobre la base del mejor conocimiento disponible que de sustento a lo que aceptamos como cierto. Y hasta ahora, la mejor herramienta desarrollada para obtener dicho conocimiento de la realidad es la ciencia y el método científico.
Con ella podemos acercar a nuestras ideas lo más posible a verdades ontológicas. Y si algún día se encuentra un método aún más confiable para conocer la realidad, la ciencia no tendrá más opción que adoptar ese nuevo método como la herramienta científica por excelencia.
[1] Extraído del libro “¿Está Ud. De broma, Sr. Feynman?"
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