jueves, septiembre 29, 2016

100 preguntas de sexo para adolescentes. Polémicas y omisiones

 100 Preguntas sobre sexualidad adolescente

¿Ha escuchado lo excelente/terrible que es el libro "100 preguntas sobre sexualidad adolescente" por los cuales muchos liberales/conservadores hablan maravillas/pestes? Si está Ud., a finales de septiembre de 2016 en Chile y no lo ha hecho, es que ha estado debajo de una piedra.

Hablar de sexo en Chile es tabú. Y publicar un material de educación sexual en Chile, donde una élite de mayoría conservadora y de tintes religiosos considera el sexo algo inherentemente pecaminoso, siempre saca ronchas. Lo que lleva a personajes como el "honorable" senador (UDI) Manuel José Ossandón a realizar críticas al libro con frases para el bronce tales como que en el caso del sexo anal, tocado en el libro "eso no es sexo, eso nunca ha sido sexo, ese sexo anal que dicen no es sexo, es otra cosa"; seguramente esa es una buena razón por lo que la curia protege tanto a los sacerdotes pedófilos, total, con esa mentalidad, un sacerdote que viola a un menor en realidad "no tuvo sexo" con él (???). La declaración de Ossandón fue tan torpe que tuvo que intentar hacer control de daño, pero al final tuvo que recular saliendo con que fue "una torpeza haber dicho que el sexo anal no es sexo [...] yo no soy quién para calificar eso"...

Al final todo parte de un libro publicado para adolescentes, del que todo el mundo habla a favor o en contra, pero ¿Lo ha leído por Ud. mismo? Lo mejor es formarse una opinión informada. Acá Ud. puede leer y descargar el material:

Mi opinión es que el material es directo, claro y técnicamente impecable en sus explicaciones en la mayoría de los casos. El libro en imágenes y contenido no deja temas sin tocar, y no omite o censura explicaciones respecto a lo físico y práctico del sexo, cosa extremadamente útil si un joven, con o sin este material, está involucrándose exactamente en practicar su sexualidad en forma activa; por ello, las repetitivas menciones a los riesgos de embarazo y enfermedades de transmisión sexual (ITS). Hasta ahí, me saco el sombrero respecto del material.

Hoy (jueves 29 de septiembre de 2016) en una entrevista a uno de sus autores (TVN), escuché que la metodología usada para general dicho material fue recopilar 250 preguntas directas de adolescentes (en base a un buzón en actividades de la municipalidad de Santiago), de las cuales una comisión formada también de adolescentes eligió las 100 preguntas más importantes y representativas para ellos, que luego fuero respondidas por especialistas. Hasta ahí, todo me parece bien.

También hoy escuché en una radio a un psicólogo hablando (mal) del libro, y la periodista hizo una crítica a la pregunta 77 (página 114) que creo que es atendible. La pregunta y respuesta dicen:
"[77] Si una niña de 6 u 8 años tiene relaciones ¿Puede quedar embarazada?
La pubertad es el período en el cual comienzan a aparecer los caracteres sexuales secundarios, tanto para el hombre como para la mujer. Este período suele ocurrir en la mujer entre los 8 y los 13 años, momento en el cual se presenta la primera menstruación (menarquia), lo que indica el comienzo de su ovulación y así la posibilidad de quedar embarazada.
De acuerdo a lo anterior, el riesgo de que una niña de 6 años pueda quedar embarazada no podría darse porque aún no se presenta la pubertad; sin embargo en el caso de las niñas de 8 años, existiría un riesgo precisamente por el inicio de la pubertad que puede ocurrir a esa edad."
La pregunta es precisa y la respuesta es impecablemente correcta en lo técnico o biológico; leído por un adolescente de 14 o más años, informa correctamente respecto de las posibilidades reproductivas de una niña de 6 u 8 años.

Pero la crítica de los periodistas es que el texto omite algo extremadamente importante de considerar: una niña de 6 u 8 años teniendo ya relaciones sexuales es inusual, anómalo, no está totalmente desarrollada físicamente por lo que puede incluso tener daño físico de tener sexo, y para colmo... ¡es un delito!

El tener relaciones sexuales con el consentimiento de una menor (si es que se puede considerar "consentimiento" la respuesta positiva de una niña de 6 u 8 años) es considerado estupro, por ser menor de 14 años, con penas de 3 años y un día a 10 años de cárcel; y si la relación es sin su consentimiento y/o contra su voluntad, eso constituye violación, con penas de ¡5 años y un día a 20 años de cárcel! (fuente: BCN, Ley Fácil "Pedofilia y abusos sexuales contra menores", URL:  http://www.bcn.cl/leyfacil/recurso/pedofilia-y-abusos-sexuales-contra-menores)

¿Debiera ese detalle "legal" y de derechos de un niño a no tener relaciones contra su voluntad haber quedado completamente omitido de la respuesta? Creo que en ese tipo de detalles, el material del libro necesita claramente ser perfeccionado. Busqué en el texto las palabras "violación" y "consentimiento", y aparecen cada una de ellas una única vez, y sin entrar casi en ningún detalle que informe más del tema: sus dos apariciones son:
"[Pregunta 87 - página 125] ¿Qué tipos de aborto hay? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Dónde puedo pedir ayuda si lo necesito?
Existen dos tipos de aborto:
- Los espontáneos, que se producen sin que haya intervención de alguien y que se pueden dar por enfermedades de la madre, alteraciones graves en los bebés, o a veces sin explicación aparente.
- Los abortos inducidos o provocados, que se producen porque la madre o alguien interviene, pudiendo ser con uso de instrumentos (médicos o palillos, ramas, etc.) o de medicamentos tomados por vía oral o usados dentro de la vagina. Los abortos provocados son muy riesgosos pudiendo la mujer quedar infértil o incluso morir. Es importante aclarar que actualmente este tipo de aborto en Chile es ilegal, pero en países donde es legal, y se hace en un centro médico con las medidas higiénicas adecuadas, es mucho más seguro. En Chile ahora se discute su legalización por 3 causales: inviabilidad del feto, riesgo de vida de la madre y violación.
¿Qué hacer? Antes de llegar a un embarazo no planificado hay que prevenir con el uso de métodos anticonceptivos. En el caso de no usar, considera la “Pastilla del día después” que puedes pedir en cualquier centro de salud. Si tienes un embarazo no deseado lo ideal es contar con el apoyo de tu familia y recurrir a tu centro de salud a solicitar orientación."
Luego la palabra violación ni siquiera aparece en el Glosario.

Para el caso de la palabra consentimiento, aparece en la página 145 como parte de la "Carta de los derechos sexuales y reproductivos" de la "World Association for Sexual Health" (2014), punto 11:
11. Derecho a contraer, formar o disolver el matrimonio y otras formas similares de relaciones basadas en la equidad y el pleno y libre consentimiento.
Pero la palabra consentimiento no de definida en el Glosario, ni se explica cuales son las condiciones responsables para que el consentimiento sea libre, responsable e informado.

Respecto de la palabra estupro, ella NO aparece en lo absoluto en todo el libro.

Y la pregunta 43 (página 69), que podría directamente tocado todos estos tipos de temas  tiene una respuesta más bien laxa y, por el tema legal que mencioné antes, deja bastante que desear:
"[43] ¿A qué edad es recomendado tener sexo? Si yo soy virgen ¿A qué edad se recomienda perderla?
No te preocupes tanto por la edad, no es un factor importante [?!], pero sí hay que preocuparse de otros temas. Lo ideal es que hayas planificado ese primer encuentro sexual; ¿con quién lo vas a tener?, ¿te gusta?, ¿le gustas?, ¿dónde lo van a hacer?, ¿cómo se van a proteger?.
Algunas personas tienen sexo por primera vez sintiéndose presionados por una pareja o por el grupo de amigos. Si este es tu caso, te recomiendo esperar a que sea por un genuino interés tuyo y de la otra persona. Puede ser una persona con quién tengas un vínculo amoroso (pololo/a) o con quién te sientas en confianza (amigo/a).
No siempre será placentero, ya que la inexperiencia nos puede jugar malas pasadas pero, como muchas otras cosas en la vida, va mejorando con la práctica."
O-k, pero temas como el consentimiento, edades legales, problemas de desarrollo físico no son tocados en lo absoluto, en una respuesta que parte diciendo que ¿no es un factor importante? Entonces, en el caso de una chica que a los 6 u 8 años decide tener relaciones sexuales, ¿su edad no es un factor importante... si es que "le gusta" el chico, adolescente o adulto, siente confianza con él (algo que los pederastas son especialistas en conseguir...) y... "se protege"? Entonces, ¿todo ok, nada de lo cuál preocuparse?

Y esas son otras palabras tristemente ausentes del material: pedófilo, pedofilia y pederastia y sus variantes. Cero; nain; nada.

Creo que en un mundo donde los menores pueden ser abordados por adultos con interés sexual en ellos, donde figuras de autoridad como padres, tíos, profesores, sacerdotes u otros pueden acercarse a ellos buscando su confianza para tener sexo prematuramente con los menores, el no prepararlos a ellos ni contarles nada al respecto me parece una omisión gravísima en un material destinado justamente para menores.

Sin perjuicio de que tal vez a ningún adolescente se le haya pasado por la cabeza algunos de estos aburridos temas legales, o bien que los riesgos de pedofilia y pederastia no se les haya pasado por la cabeza a la hora de hacer preguntas, o bien la comisión adolescente no pensó incluirlo en las preguntas seleccionadas, los editores y especialistas que generaron la publicación sí deberían haber considerado la forma de incluir dicho material clave, por su importancia en la seguridad y educación de los propios niños y adolescentes a los que está destinado el material.

Mis dos centavos.

domingo, septiembre 18, 2016

Haley-Escuain y el naufragio de las aparentes "aparentes contradicciones"

"El naufragio", Joseph Mallord William Turner 
Cuando en abril de 2011 publiqué el “Desafío a la inerrancia de la Biblia”, yo lo veía como un problema muy difícil, pero no sabía que fuera un problema virtualmente irresoluble. En Agosto de ese mismo año contacté a Hector Avalos, PhD en estudios teológicos, quien me indicó que el argumento que yo había “descubierto” por mi cuenta en realidad era muy “conocido” por los teólogos profesionales, habiendo sido planteado por primera vez por Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), y publicado por Lessing en 1777, hace ¡casi 240 años atrás! Y sin embargo, Hector Avalos planteaba que él no conocía ninguna respuesta satisfactoria a ese problema.

En el artículo original del "Desafío" yo analicé una supuesta respuesta del artículo de Eric Lyons “¿A Galilea o Jerusalén?” (Apologetic Press), mostrando por qué en realidad tal “respuesta” no soluciona el dilema.

Recientemente en un comentario hecho por Pedro, un visitante del blog, dejó un comentario donde me apuntó a otra fuente donde “se encuentra aproximadamente [una respuesta al problema que] has estado tratando, aunque fuertemente distorsionada en su planteamiento y peor respondida”.

Pero no basta simplemente con afirmar que una respuesta es mala y así sin más desecharla. Mi búsqueda es por la verdad y, para lograr tal cometido, cada afirmación, a favor o en contra, tiene que ser honestamente examinada.

Así que, revisé lo que dice tal fuente reportada por Pedro, que a su vez declara tomar las respuestas de un libro: "Diccionario de dificultades y aparentes contradicciones bíblicas", de John Haley y Santiago Escuain. En este post se verá como tales respuestas (en la web y en el libro) no solo no resuelven los problemas de las contradicciones expuestas, sino como la metodología de Haley (y simplemente "traducida" por Escuain) es lógicamente falaz e inválida, al punto de ingenuamente demostrarlo en su propio texto como parte de la explicación de su metodología.

101 contradicciones

Pedro apunta a que la contradicción del "Desafío" aparece mencionada en listados de “101 contradicciones”, texto que está profusamente replicado en Internet, como en este sitio musulmán “101 contradicciones bíblicas” donde, en inglés, las contradicciones #88 y #89, traducidas por mí, indican:
88. ¿Cuál fue la instrucción de Jesús a sus discípulos? 
• Digan a mis hermanos que vayan a Galilea, y allá ellos me verán (Mateo 28:10). 
• Anda donde mis hermanos y diles, estoy ascendiendo al Padre y vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios (Juan 20:17). 
89. ¿Cuándo retornaron los discípulos a Galilea? 
• Inmediatamente, porque cuando ellos vieron a Jesús en Galilea algunos dudaron (Mateo 28:17). Este periodo de incerteza no debe persistir. 
• Después de al menos 40 día. Esa tarde [del día de resurrección] los discípulos estaban aún en Jerusalén (Lucas 24:33). Jesús apareció ante ellos y les dijo, quédense en la ciudad hasta que sean investidos con el poder de lo alto (Lucas 24:49). El apareció a ellos durante 40 días (Hechos 1:3), y les encargó no dejar Jerusalén, pero esperar por la promesa… (Hechos 1:4).
Sin duda que el núcleo de la contradicción se encuentra ahí, a la vista, pero el texto no es un análisis profundo de ella, ni se hace un mayor hincapié en ella por la gravedad del problema, en especial dado que esa contradicción mina la veracidad de los relatos de la resurrección de Jesús, un punto clave en todo el castillo de la teología cristiana.

Ahora, una respuesta a esos puntos de las 101 contradicciones, descubierta por Pedro, se encuentra en el blog “Artículos de Apologética Católica”, en el artículo de 2014 «Respuestas a las “101 contradicciones bíblicas”», por un autor bajo el username/seudónimo "Firme en la Verdad".

¿Sin contradicciones?

En muchos casos, los culpables de dichas aparentes contradicciones son los copistas, no los Sagrados Escritores. Por eso, la verdad sigue igual: La Sagrada Biblia no se contradice.

Nota de introducción: Todas las respuestas han sido extraídas del "Diccionario de dificultades y aparentes contradicciones biblicas" escrito por John W. Haley, y Santiago Escuain. Editorial Clie. España. Año: 1988.
Entonces, según el autor del blog, es claro que cualquier “aparente contradicción” es, en muchos casos, culpa de algún copista; o dicho de otra forma, la fuente original (autógrafos) de dichos textos, proveniente de un “sagrado escritor”, seguramente debía carecer de tal contradicción.

Pero veamos como los autores del Haley y Escuain, fuente de las respuestas, proponen resolver dichos problemas #88 y #89.

Para la contradicción #89 el blog publica (mayúsculas en el original):
RESPUESTA: ENTRE LAS MUCHAS INSTRUCCIONES QUE DIO EL MESÍAS, LA DE JUAN 20:17 CORRESPONDE A LA ORDEN DADA ESPECÍFICAMENTE A MARÍA MAGDALENA. Y LA DE MATEO 28:10 CORRESPONDE ESPECÍFICAMENTE A LA DADA A LAS OTRAS MUJERES.
Umh, ¿ok? Sí, efectivamente, en Mateo 28:10 (RVR1960) leemos:
[Mateo 28:10] Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.
¿A quién le está hablando Jesús ahí? Bueno, el principio básico de la hermenéutica es… leer cualquier versículo en su contexto, y por lo tanto si leemos el capítulo 28 de Mateo desde el principio, vemos que dice (énfasis añadidos):
[Mateo 28:1] Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. [28:2] Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. [28:3] Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. [28:4] Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. [28:5] Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. [28:6] No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. [28:7] E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. [28:8] Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, [28:9] he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. [28:10] Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán.
Entonces, resulta que “las mujeres” son… María Magdalena y la “otra María”, así que la afirmación de la respuesta apologética de que Mateo 28:10 es algo dicho a "otras mujeres" y no a María Magdalena es, simplemente, equivocada. Así que esa parte de supuesta respuesta a la contradicción es directamente una lectura equivocada de la Biblia (!?).

Veamos ahora la segunda cita bíblica mencionada en la contradicción #88, Juan 20:17, y veamos nuevamente algo de contexto “alrededor” del texto apuntado
[Juan 20:17] Jesús le dijo [a María Magdalena]: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. [20:18] Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. [20:19] Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros [...].
En el evangelio de Juan vemos que Jesús omite decir a María Magdalena el importante mensaje de ir urgentemente a Galilea, y simplemente se les aparece ese mismo día (domingo) en Jerusalén. Y esa es la contradicción que la respuesta de "Apologética Católica" no hace siquiera el intento de resolver.

Por lo tanto ¿hay contradicción respecto de a quiénes se les dice las cosas? No. ¿Hay contradicción de lo que dice y luego ‘hace’ Jesús? Absolutamente sí.

Luego, la respuesta del sitio web a la contradicción #88 es, como apuntaba Pedro, una no-respuesta.

Respecto a la segunda contradicción en discusión, la contradicción #89, que trata directamente del problema "Galilea-vs-Jerusalén", la respuesta es (todo mayúscula en el original):
RESPUESTA: MATEO NO NIEGA LA APARICIÓN EN JERUSALEM, SIMPLEMENTE PASA EN SILENCIO LAS ANTERIORES APARICIONES DE NUESTRO SEÑOR, Y SE DETIENE EN LA DE GALILEA COMO DE GRAN IMPORTANCIA PARA EL DESIGNIO DIVINO DE SU EVANGELIO. FUE ENTONCES QUE EL SALVADOR RESUCITADO FUE VISTO "POR MÁS DE 500 HERMANOS A LA VEZ" (1 CORINTIOS 15:6). ESTA MANIFESTACIÓN PARECE HABER SIDO EL ÚLTIMO ACTO DEL SEÑOR EN GALILEA, SU ENTREVISTA FINAL CON LOS DISCÍPULOS EN AQUELLA REGIÓN.EN LA ASCENCIÓN, EL MESÍAS LES ORDENÓ QUE VOLVIERAN A JERUSALEM Y ESPERARAN ALLÍ HASTA QUE LLEGARA LA PROMESA DEL PADRE.
¿Resuelve eso la contradicción? Para nada.

La respuesta es correcta en un aspecto: Mateo no niega la aparición en Jerusalén. De hecho, Mateo no menciona para nada ninguna otra aparición excepto la de Galilea, cosa rara si es que quien lo escribió era el apóstol Mateo, que hubiera sido testigo de todas las apariciones, tanto en Galilea como en Jerusalén.

Pero el problema es que en el versículo de Lucas referenciado en el texto de las 101 contracciones es explícito respecto de que Jesús ordenó a los discípulos quedarse en Jerusalén el mismo día de su resurrección, lo que contradice al Jesús de Mateo enviando ese mismo día el recado a sus discípulos de que vayan a Galilea para ver a los discípulos allá, además de ser algo totalmente innecesario si Jesús pensaba realmente planeaba aparecerse en el aposento alto esa misma tarde de domingo, como explica Reimarus.

Si los dichos contradictorios del propio Jesús no existieran, y los relatos de diferentes evangelistas se hubieran limitado a mencionar diferentes apariciones en diferentes lugares y momentos, la respuesta sería satisfactoria y razonable, pero ese no es el caso. Ciertamente no es una obligación que diferentes autores tengan que relatar exactamente los mismos hechos. Pero cuando dos autores relatan un mismo hecho (los dichos y acciones de Jesús resucitando y diciendo algo a los discípulos el domingo de resurrección) que resulta contradictorio entre diferentes autores (el mismo personaje, Jesús, dando órdenes contradictorias y contradiciendo sus propias instrucciones en diferentes evangelios), el hacer notar que un evangelista menciona cosas que el otro omite no es una respuesta ni solución a una contradicción respecto de las cosas que sí se afirman explícitamente en ambos textos.

En resumen, las respuestas mostradas en el sitio web de Apologética Católica a las contradicciones #88 y #89 no las resuelven en lo absoluto, ni siquiera en la forma limitada de tales contradicciones del texto web de las “101 contradicciones”. Hasta ahí, nada más que decir.

Pero si estas respuestas provienen de un libro escrito por apologistas profesionales, un libro de expertos ¿cómo pueden ser tan malas esas respuestas?

Las no tan “aparentes” contradicciones bíblicas.

John William Haley (1834-1927) publicó en 1874 el libro “An Examination of the Alleged Discrepanciesof the Bible” (disponible on-line como obra de dominio público por la Universidad de Michigan), casualmente, 100 años después de que los fragmentos de Reimarus fuera publicados por primera vez.

Poco más de 100 años después el autor Santiago Escuain, “ingeniero en procesos químicos, coordinador del sitio web SEDIN y autor de libros religiosos”, realizó una revisión y traducción al español de dicha obra y la publicó en 1988 bajo el título “Diccionario de dificultades y aparentes contradicciones bíblicas”, libro que es parte de mi biblioteca, pues lo encontré en una librería cristiana en la época en que estaba intentando “resolver” tales contradicciones. Yo cuento con la edición en tapa dura de editorial CLIE de 1988. Así que yo puedo examinar si las respuestas publicadas en dicho blog realmente se apegan a lo explicado en dicho libro, y por lo tanto las páginas aludidas en el análisis abajo las hago libro en mano. Pero el lector que quiera examinar mis dichos y citas por si mismo puede usar esta versión en PDF online disponible en la red.

Ahora, ¿son las respuestas del libro exactamente las mismas respuestas que la del sitio web? No exactamente.

De partida, la respuesta #88 parece ser un invento del autor del blog, pues el en libro de Haley-Escuain no aparece mencionada una contradicción para esa combinación exacta de versículos aludidos, y por lo tanto tampoco hay una respuesta explícita a ellos. De hecho en el “Indice de citas bíblicas” al final del libro, y disponible en la web del autor, el versículo Juan 20:17 no aparece listado como parte de contradicción alguna. En cambio, Mateo 28:10 sí aparece, pero las respuestas dadas para tal versículo de Mateo no es la del sitio web.

Sin embargo sí  aparece parte de la respuesta dada en el sitio web para la contradicción #89. Así que bien vale la pena examinarla en forma independiente.

En la página 449, en el capítulo “Discrepancias históricas – acerca de lugares” encontramos:
“Los discípulos fueron a Galilea” (Mt. 28:10-16) 
“Se quedaron en Jerusalén” (Lc. 24:49) 
El mandato de «quedaos en la ciudad» no fue dado necesariamente el mismo día en que el Señor apareció a los discípulos en el aposento alto. Parece haber sido dado inmediatamente antes de la Ascensión. Esta es la postura de Alford, y la que parece más congruente con la continuidad entre los versículos 49 y 53 de Lucas 24.
Noten las palabras en la respuesta: “no necesariamente”, “parece haber sido”, “parece más congruente”. ¿Cómo esa cantidad de condicionales pueden realmente demostrar algo? En principio se ve que Haley-Escuain simplemente especulan lo que podría resolver el problema, que no es lo mismo que realmente resolver la contradicción.

Primero que nada, Haley-Escuain no aportan evidencia alguna que realmente apoye la respuesta que postulan, por lo que todos sus "parece" son sólo meras suposiciones.

Y lo segundo más importante: Haley ignora en su respuesta el hecho que en los evangelios Jesús es citado diciendo explícitamente, en su primera aparición a las mujeres recién resucitado, que los discípulos deben ir a Galilea para verle allá (Mateo y Marcos), y por lo tanto Haley no se hace cargo del hecho que Jesús apareciera en Jerusalén esa misma tarde (Lucas y Juan), contradiciendo sus propias instrucciones y palabras. Para tal problema no hay respuesta alguna.

Por lo tanto, la contradicción en cuestión no es únicamente de cuando se instruye el quedarse en Jerusalén ni de cuál aparición es la primera ante discípulos; el problema es el propio Jesús contradiciéndose  a sí mismo de acuerdo a los testimonios de los evangelistas. 

Cuando se toma eso en cuenta, añadir que Jesús además ordenara “quedarse en Jerusalén” cuando aparece en el aposento alto no solo no soluciona la contradicción ya patente, sino que solo la profundiza. Si Jesús ordenó a los discípulos ir a Galilea para verle, el solo hecho de aparecer en Jerusalén ese mismo día ya contradice sus propios dichos. Por lo que decir que la orden de quedarse en Jerusalén fue más tardía no resuelve lo primero: Jesús contradiciendo sus propias palabras y órdenes al aparecer ese mismo día en Jerusalén.

Ahora, ¿de dónde sacó entonces el autor del blog la respuesta que publicó, que no corresponde al texto de la respuesta mostrada en el libro? La respuesta en realidad viene de la página 447, donde sí encontramos parte de la respuesta citada en el sitio web. Noten cuál es la contradicción que intentan resolver:
“La primera reaparición de Cristo, en Galilea” (Mt. 28:16,17) 
“En Jerusalén” (Lc. 24:33, 36; Jn. 20:19). 
Mateo no niega, sino que simplemente pasa en silencio, las anteriores apariciones de nuestro señor, y se detiene en la de Galilea como de gran importancia para el designio de su Evangelio. Fue probablemente entonces que el Salvador resucitado fue visto «por más de 500 hermanos a la vez» (1 Co. 15:6). Esta manifestación parece haber sido el último gran acto del Señor en Galilea, su entrevista final con sus discípulos en aquella región.
Vemos que Haley-Escuain intentan "resolver" el problema de donde ocurre la primera aparición, problema que en realidad no es un problema en sí mismo, como ya fue explicado antes.

Por lo tanto, vemos que Haley-Escuain no atacan en profundidad, ni menos resuelven, la contradicción que tanto el “Desafío a la inerrancia de la Biblia” como la contradicción #8 de Reimarus plantean. Entonces cabe preguntarse ¿Cómo tan malas respuestas se muestran como una solución satisfactoria, si se basan en condicionales sin demostración alguna?

Racionalización: el poder de creer lo que sea.

Para entender por qué Haley-Escuain plantean tal tipo de respuestas, y por qué piensan que sus respuestas son satisfactorias para todas y cada una de la “discrepancias” que ellos intentan resolver en su libro, es necesario leer la metodología que el libro plantea para resolverlas.

Primero, en el prefacio del libro, escrito por Santiago Escuain, se explica (pp. 7) que la obra original de Haley de 1874 “ha sido extensamente revisada en muchos de sus aspectos” pero que al mismo tiempo “buena parte de la obra preserva el contenido original de Haley”.

Respecto de su contenido, Escuain indica que (pp. 8, énfasis añadidos):
“No infrecuentemente se dan varias posibles soluciones a una dificultad, donde el lector puede elegir por sí mismo la que parezca más adecuada. Naturalmente, no se presentan todas las soluciones que se han propuesto como posibles, sino aquellas que parecen más razonables
Es decir, las respuestas ofrecidas no buscan demostrar que una respuesta en particular realmente resuelva la contradicción planteada, sino que a Haley-Escuain les basta que más de una alternativa sea una “posible solución” para darse por satisfechos, donde luego cada lector puede elegir aceptarla como cierta y correcta… porque sí.

No deja de ser curioso el darse cuenta de que si más de una solución o respuesta se ofrece para una única contradicción, pero una, y solo una, de tales respuesta fuera la correcta, aún si la respuesta estuviera entre las posibilidades ofrecidas ¿cómo puede un lector discernir entre esa y todas las demás alternativas que son por lo tanto equivocadas, erradas y falsas? ¿Cómo diferencia la respuesta correcta de las falsas y erradas? No esperen encontrar la respuesta a eso por parte de Haley-Escuain.

Luego, la Parte I del libro, “Discrepancias de la Biblia”, aborda en 3 capítulos el “origen”, “propósito” y “resultado” de tales discrepancias.

En la página 13 se afirma que:
“Es el objeto de este volumen [… el examinar] con cierto detalle las discrepancias de las escrituras, y sugerir, en tales casos, soluciones justas y razonables”.
Respecto de la naturaleza de estas discrepancias, en el original Haley (pp. 2 y 3) (en la traducción de Haley-Escuain, pp. 14, 15) se reconoce su importancia, dado que (énfasis añadidos):
“[…] no puede sorprender a nadie el encontrar a autores escépticos extendiéndose acerca de las «inconsecuencias manifiestas», «contradicciones internas» y «discrepancias claras» de la Biblia, presentándolas incesantemente como tantas pruebas de lo indigna de confianza que es, y de su origen meramente humano. Las páginas de los racionalistas alemanes y de sus discípulos ingleses y americanos presentan abundantes ejemplos de esta clase. 
No es necesario decir mucho acerca de la importancia de este tema. Es evidente que tiene una relación vital y estrecha con la doctrina de la inspiración. Dios, que es sabio y veraz, no puede ni mentir ni contradecirse a sí mismo. Así, si pudiera descubrirse que existen en la Biblia o falsedades o verdaderas contradicciones, nuestra conclusión debiera ser, en todo caso, que tales cosas no provienen de Dios; y que hasta tal punto la Biblia no está divinamente inspirada. Veamos, así, la necesidad de un paciente y sereno examen de las pretendidas falsedades y contradicciones, a fin de que la formulación de la doctrina de la inspiración se ajuste a los hechos.”
Ese par de párrafos ofrece una increíble concesión por parte de Haley: si de verdad hubiera contradicciones en la Biblia, y no fueran solo aparentes, la conclusión inevitable es que la Biblia carece de inspiración.

Pero por supuesto, todo creyente que se precie de tal no puede aceptar tal cosa, por lo que no puede sino partir desde el punto de vista (preconcebido) que tal cosa no puede ser cierta, y por lo tanto cualquier falsedad y contradicción no puede ser sino “pretendida”, y hay que formular respuestas para que la “inspiración se ajuste a los hechos”. Es decir, explicar cualquier problema a toda costa.

Luego, en los tres primeros capítulos de Haley-Escuain se enumeran y explican todo tipo de razones por las cuales el texto bíblico puede “aparentemente” tener problemas: debido a diferencias de fechas, de autor, de perspectiva, diferentes métodos de cálculo, peculiaridades culturales, errores (de copistas) en los manuscritos, pero una no menos importante (pp. 32):
“Una multitud de pretendidas discrepancias son productos de la imaginación del crítico, influenciado en mayor o menor grado por su prejuicio dogmático”.
O sea, cuando un crítico "imagina" un problema a partir del texto bíblico lo hace influenciado por prejuicios dogmáticos, lo cual es malo, muy malo. Al mismo tiempo, para Haley, que el creyente "imagine" una respuesta influenciado por un propios prejuicios dogmáticos no es un problema, sino una virtud; ¡Oh, la ironía!

Pero ¿Cuál es el pecado de tales dogmáticos críticos? (pp. 33)
“Ciertos autores racionalistas tienen un cómodo método para ignorar las respuestas a las objeciones que ellos aducen. Comienzan en el acto a hablar con grandezas de la «alta crítica», y a ridiculizar las respuestas y soluciones como «suposiciones gratuitas»”.
Oh, horror: de partida se hace un argumento de tipo “Ad Hominen” (“estimado lector, la alta crítica es basura, tome nota”), y luego se acusa a los detractores de ridiculizar las soluciones propuestas por los eruditos creyentes como “suposiciones gratuitas”. Pero ¿lo son? Tal posibilidad ni siquiera es explorada ni justificada su contrario.

Y, es un hecho que cuando alguien plantea cualquier tipo de respuesta como explicación a algo, pero ofrece cero evidencia que respalde la veracidad de tal explicación, tal respuesta no es sino una "suposición gratuita", y no puede dejar de serlo hasta que quien propone tal respuesta cumpla con la carga de prueba de demostrar su veracidad. Pero ya veremos como Haley maneja tal concepto.

Sigamos examinando el método de Haley-Escuain. En la página 36 aprendemos que:
“Un examen minucioso y extenso de numerosos autores [críticos], que asaltan la Biblia desde varias posiciones y variadas pretensiones justifica la observación, que ni es ni injusta ni poco caritativa, de que una gran parte de sus pretendidas «discrepancias» son puramente subjetivas, originándose, primariamente, no en los libros sagrados, si no en los desviados prejuicios y en la desordenada imaginación del crítico.
No se puede plantear una falacia Ad Hominem de forma más clara. No es que las discrepancias vengan del texto. No señor: si Ud. es crítico respecto del texto bíblico, sus pretendidas discrepancias no pueden sino venir de sus desviados prejuicios y malvada imaginación ¿cómo se atreve?

Pero en el capítulo 2 comienza el camino a la racionalización explicita. En la página 37 aprendemos que:
“¿Por qué se permitió la existencia de discrepancias? ¿Qué buen fin contemplan?1. Indudablemente había la intención de que sirvieran como estímulo para el intelecto humano, como provocación al esfuerzo mental.”
O sea, todas las “pretendidas discrepancias” están ahí por con un propósito y con una buena intención. Quién lo hubiera dicho.

Es más, en el punto 5 (pp. 44) aprendemos que:
“Las discrepancias bíblicas fueron evidentemente designadas como una prueba de carácter moral; y probablemente, para servir a un importante propósito judicial. Pueden ser consideradas como constitutivas de un elemento no insignificante de los medios y condiciones de la probación del hombre.
Es decir, para Haley si Ud. es un creyente y enfrenta dudas por una (supuestamente aparente) contradicción en la Biblia, en realidad Ud. está siendo puesto a prueba en su calidad su moral y, si falla, será “judicialmente” considerado culpable. Así que, si esos prejuiciosos críticos con sus imaginarias contradicciones llegan a hacer mella en su fe con lo que aparenta ser buenas razones que demuestran una contradicción bíblica, el darle crédito a tal idea es inmoral, y Ud. está fallando la prueba, pues esa discrepancia fue, literalmente, diseñada para poner su fe a prueba. Vaya manera de tratar al quien duda: ¡amenazándolo si es que se atreve a considerar que un argumento en contra es correcto!

Por lo tanto, afirma Haley-Escuain al comienzo del capítulo 3 (pp. 47) la conclusión inevitable desde su punto de vista:
“¿Cuál es el efecto de las discrepancias, en relación con la integridad del texto, y de la influencia moral de la Biblia? 
Ni trastornan el texto ni dañan de manera esencial su integridad. No llegan a corromperlo en ningún grado apreciable. La conclusión a la que han llegado eminentes eruditos y críticos, después de una dilatada y exhaustiva investigación, es que el texto sagrado nos ha sido transmitido virtualmente integro.”
Por, lo tanto, aquí el creyente genuino puede simplemente respirar tranquilo. ¿Hay aparentes discrepancias? Sí, pero todo sigue igual y perfecto, pues (argumento Ad Verecundiam) los expertos creyentes así lo afirman. Q.E.D.

Pero no es que esos expertos hayan visto evidencia y, ahora Haley-Escuain  presenten esas razones de peso al lector para justificar tal conclusión de los expertos. Veamos a qué tipo de evidencia echa mano Haley-Escuain de parte de dichos expertos. En la misma página 47 encontramos un ejemplo:
“[Dice el] Obispo Butler: «Puede haber errores de los transcriptores; pueden aparecer otros errores reales o aparentes, que no sean fáciles de explicar; pero desde luego no hay más de este tipo en las Escrituras que los que hubieran sido de esperar en libros de tal antigüedad; y nada en lo absoluto suficiente para desacreditar la narración en general».”
Es decir: el maestro ha hablado (Magister Dixit); ergo, no hay problema, estimado creyente. Siga creyendo con tranquilidad. Todo está bajo control…

Y así con las opiniones de toda una serie de expertos citados.

Entonces ¿qué podemos pensar de las respuestas de Haley-Escuain? ¿Son ellas verdaderas respuestas que cuidadosamente demuestran la falsedad y error de todas esas “aparentes contradicciones”? ¿O tal vez tienen algo de razón esos inmorales, prejuiciosos, dogmáticos y desviados críticos que ignoran las respuestas al tratarlas como “suposiciones gratuitas”?

La clave la encontramos en el propio texto original de Haley, afirmaciones que se encuentran en el original y que sólo fueron traducidas por Escuain. Después de haber explorado por casi 60 páginas el porque todos esos problemas que Ud. puede encontrar en la Biblia son solo “supuestos”, Haley hace una concesión (¿inconsciente, tal vez?) tan sincera de cuál es el método de sus respuestas, que llega a ser pasmante. En la página 57 y 58 finalmente encontramos (énfasis añadidos):
“Al considerar las soluciones que se proponen en las páginas que siguen, se debería mantener en mente el sentido legítimo de una hipótesis. Si una cierta hipótesis cumple con las exigencias de un caso determinado, entonces hasta que no pueda ser demostrada falsa o absurda, su valor lógico [verdadero] debe echar a un lado todas y cada una de las objeciones, y afirmar una fuerte presunción a su favor. Por ejemplo, se dirá: «Aquí hay un caso en el que la Biblia se contradice». Nosotros replicamos: «Aquí hay una hipótesis que sirve para explicar y reconciliar la discrepancia».  Ahora bien, a no ser que nuestra hipótesis pueda ser demostrada falsa o irracional, se mantiene, y la objeción queda definitivamente contestada. En tales casos, la carga de prueba reposa sobre el objetor
Las soluciones propuestas en las siguientes páginas son hipotéticas, aunque, en la mayor parte de los casos, la probabilidad llega a una certeza casi absoluta. Al ofrecer estas soluciones, ni afirmamos ni pretendemos demostrar que sean las únicas soluciones, ni las verdadera; simplemente afirmamos que se trata de explicaciones razonables respectivamente para cada caso, y, por todo lo que se pueda decir en sentido contrario, pudieran ser las verdaderas explicaciones. Por ello, en base a los principios de la lógica y el sentido común, contrarrestan y neutralizan las discrepancias que se aducen, y dejan incólumes la unidad, la integridad y la autoridad divina del sagrado volumen.”
Creo que cualquier lector que haya llegado a este punto de la lectura, debe leer de nuevo esos dos párrafos. No, mejor, hágalo tres veces.

Porque lo que Haley-Escuain presentan como basados en “los principios de la lógica y el sentido común” se trata ni más ni menos que la falacia lógica del argumento Ad Ignorantiam, la apelación a la ignorancia: “Afirmo X (solución hipotética a una contradicción); nadie ha demostrado que X sea falsa, por lo tanto, X es (necesariamente) verdadera”.

Y de pasada, Haley-Escuain invierten la carga de prueba (algo también falaz) al indicar sin ninguna vergüenza que no son ellos quienes deben demostrar la veracidad de sus hipótesis, sino que es trabajo del crítico demostrar la falsedad de la explicación, y que hasta que tal cosa ocurra, su hipótesis debe ser aceptada como cierta por fíat, porque sí...

Todo lo anterior, es directamente contrario a la lógica, el pensamiento crítico, y a la razón, a pesar de que Haley apele a tales herramientas como "justificación".

Estos dos párrafos por sí solos invalidan todas las respuestas que se ofrecen a partir de ahí en las siguientes 500 páginas de la Parte II del libro. Bajo esa metodología, las respuestas por defecto están basadas en argumentos Ad Ignorantiam, inversión de la carga de prueba, y otras falacias varias.

Si un lector no logra ver cuál es el problema en ese tipo de razonamiento, el punto es el siguiente: si uno acepta de antemano cierta conclusión como absolutamente verdadera, y luego cuando aparece cualquier posible evidencia que contradice tal conclusión, se elige como estándar de evidencia para rechazar esa evidencia únicamente idear cualquier "hipótesis" como posible respuesta que "resuelva" tal contradicción, sin aportar evidencia alguna que demuestre la veracidad de la hipótesis planteada, entonces tal solución no puede sino ser una 'afirmación gratuita'. Y si además deja a los detractores el "refutar" esa respuesta imaginaria, declarando la verdad segura de esta solución "hipotética" hasta que alguien demuestre lo contrario, entonces es un hecho que uno puede "demostrar" la veracidad de cualquier cosa, sin importar cuán disparatada sea.

Por ejemplo, apelando a la ley de Godwin, para mostrar la invalidez de tal tipo de razonamiento, supongamos que asumimos como una verdad absoluta que ni más ni menos que Adolf Hitler es, ha sido y será la persona más humanitaria que jamás habrá.

Una creencia así no demoraría en ser desafiada con amplia evidencia que contradice tal afirmación, a decir, que Hitler inició una de las peores guerras mundiales, y que por órdenes suyas se llevó a cabo el holocausto judío, uno de los actos de xenofobia más deleznables del siglo XX y un largo etc.

Apliquemos el método Haley-Escuain para defender nuestra (hipotética) idea del gran benefactor que fue Hitler. No tendríamos más remedio que, dada la abrumadora evidencia que nos pondrían por delante, aceptar que "aparentemente" hay razones para desestimar nuestra creencia. Pero son solo aparentes. Dado que nosotros, de antemano y dogmáticamente, creemos que nuestra creencia es absolutamente cierta, cualquier explicación, por improbable que sea, sería infinitamente más probable que la falsedad de nuestra creencia. Por ello, podríamos imaginar la siguiente hipótesis para resolver el problema:
Si Hitler es el hombre más humanitario que jamás habrá en toda la historia de la humanidad, incluido todo el tiempo futuro, el que Hitler apareciera justo en el siglo XX permite pensar que, posiblemente, él haya sido un viajero en el tiempo que conocía el futuro y por lo tanto sabía qué ocurriría si es que no había una guerra mundial y si es que no había un holocausto judío. Es posible que de no ocurrir tales cosas, la historia de la humanidad pudiera haber sido nefastamente peor y más terrible para la humanidad toda de lo que realmente fue, por lo que la respuesta más humanitaria posible de alguien como Hitler para salvar a la humanidad no era sino actuar tal y como lo hizo, en pos de una razón humanitaria (ulterior) que no conocemos, pero no podemos sino suponer. Por lo tanto, toda esa evidencia solo aparenta mostrar que no era un buen ser humano, pero sería lo más razonable entonces que lo que hizo fue justamente lo más humanitario posible para la humanidad en su conjunto. Y por lo tanto, esto lo podemos aceptar con gran seguridad como cierto a menos que un detractor demuestre su falsedad.
¿Ve ahora el problema en la forma de razonamiento de Haley-Escuain? Si basta simplemente idear hipótesis para "resolver" un problema, y se abraza tal hipótesis como cierta con tal de salvar una creencia dogmática hasta nuevo aviso (ya que de ser refutada, basta con idear una nueva hipótesis no demostrada, pero tampoco refutada para volver a la seguridad de la "verdad" de tal creencia), entonces tal método coloca la creencia no solo a salvo, sino que más allá de cualquier refutación; tal creencia se torna de hecho infalsable, pues no hay evidencia posible que se pueda mostrar en su contra, pues siempre se podrá idear una explicación hipotética (o mejor dicho, racionalizar excusas en forma totalmente gratuita al no asumir la carga de prueba). y por ello el método de Haley es ajeno a los principios de la lógica. Por ende cualquier creencia en tal "verdad" defendida con el método propuesto por Haley se torna en una idea irracional: una idea que está más allá de la razón, no está justificada por la razón, e incluso es inmune a la razón.

Conclusión

Como es el caso que yo, como objetor, ya demostré antes que las respuestas a los problemas #88 y #89 de las “101 contradicciones” fallan en ser respondidas por Haley-Escuain, es un hecho que ellos fallan miserablemente en resolver la contradicción Galilea-Jerusalén descubierta por Reimarus 100 años antes de la publicación de Haley, y re-descubierta en 2011 por mí.

Pero en algo no puedo sino estar sino totalmente de acuerdo con Haley-Escuain: si hubiera una contradicción real (y no aparente) en la Biblia, tal contradicción simplemente no permite otra conclusión que la falta de inspiración y autoría divina de dicho texto. Y la contradicción sigue sigue en pie, sin respuesta posible, lo que no deja otra conclusión posible. Es inevitable bajo la propia lógica de Haley-Escuain (pp. 14, 15).

No hay acusación de inmoralidad, desviación, prejuicio o dogmatismo del supuesto crítico, todos ellos argumentos falaces, que puedan evitar que un lector intelectualmente honesto pueda ver la profundidad de la contradicción expuesta, y de como fallan los apologistas que, por cientos de años, no han podido responderla satisfactoriamente.

Por lo tanto la contradicción del desafío demuestra que la resurrección, así como es relatada en los evangelios, no pudo ocurrir tal como es relatada, pues uno o más de tales relatos no puede sino ser falso. Y dado que la única evidencia que tenemos de Jesús, su ministerio y, en especial, de su resurrección, son justamente los testimonios de los evangelios, no queda otra posibilidad que concluir que la Biblia como tal no es una base suficiente para creer que que lo que dice, respecto de Jesús, es efectivamente cierto.

domingo, septiembre 11, 2016

La resurrección de Jesús: el desafío imposible de superar

Hermann Samuel Reimarus
Hace más de 5 años atrás, en abril de 2011, publiqué el “Desafío a la inerrancia bíblica”. Tal desafío fue la culminación de mucho tiempo de leer, investigar el origen de la biblia tal como la conocemos, conocer el origen (y la ausencia) de los autógrafos, aprender de crítica textual y las fuentes documentales conocidas, aprender (rudimentariamente) griego koine, y un largo etc.

Digo que fue una culminación, porque cuando me dí cuenta del problema que plantea el desafío, fue algo que se me “ocurrió” originalmente a mí, y no lo había leído en ninguna otra fuente, y al investigar en la red, no encontré un análisis más profundo de ese problema expuesto. La contradicción es “conocida”, y es listada en muchas partes como ‘una’ contradicción más, pero en pocas o ninguna parte se le analiza en detalle.

Así que una vez escrito el desafío y publicado, pasaron varias cosas. Primero, varias personas intentaron tomar el desafío, pero ninguno ha sido capaz de dar una respuesta realmente satisfactoria (pueden verlo en los comentarios del post).

Segundo, planteé este desafío personalmente a Testigos de Jehová que solían pasar por mi hogar. Después de conversar con ellos, plantearles el desafío, citarlos a esperar su respuesta y conversar con ellos por varias semanas seguidas (e incluso a conversar con un “anciano” o algún tipo de TJ de mayor rango y conocimiento que vino con el primer TJ que conversé), no pudieron hacer mella en el problema, y después de que yo insistiera en que resolvieran el problema, resultó que los TJ dejaron de pasar para siempre (hasta ahora) por mi hogar. Desde hace 5 años que simplemente esquivan pasar por aquí. Graciosamente se podría decir que hasta los extraño; así que, pueden tomar nota de que si quieren que no pasen más los TJ por su casa, lean y aprendan el desafío, e insistan en que ellos lo respondan. Voilà, quedarán inoculados de ellos por años.

Pero lo tercero y más importante, y que motiva este post, es lo que aprendí a partir del desafío. Si bien nadie lo había (y lo ha) respondido satisfactoriamente, me cuestionaba si es que hay alguna respuesta a él. Bien podría haberla. Y me llamaba la atención cuán poco se discute de este problema en Internet, donde hay todo tipo de debates por temas incluso más nimios. ¿Sería que el supuesto desafío era un sinsentido? ¿O algo ya resuelto?

Así lo apuntaba Pedro, un visitante del post que dejó un comentario donde apuntaba que:

“Luego de releer tu artículo, [yo] quedo con la impresión de que es un análisis serio y meticuloso y que sus argumentos son contundentes [...] No sé, sin embargo como te iría en el desafío enfrentado a tipos como William Lane Craig, Dinesh D'Souza y otros apologistas que pretenden tener respuestas para todo [...] Finalmente, la única crítica que le hago a tu artículo es que no hay indicación de referencias en que hayas basado tu tesis, o sea artículos que postulen en todo o parte tus mismos argumentos. No descargo que hayas podido llegar a esas conclusiones completamente solo y por ti mismo y si es así te felicito, pero no hay nada de malo en apoyarse en las investigaciones de otros, incluso si uno se limita a traducirlas o a exponerlas de manera más atractiva, sencilla u ordenada. Eso ya es un aporte.”
Efectivamente, en 2011 yo había llegado a esas conclusiones por mi mismo, así que no tenía ninguna referencia bibliográfica, y no conocía (ni conozco aun) ninguna respuesta de “grandes” apologistas porque ninguno de ellos aparentemente ha abordado este problema en profundidad.

Intentando llegar a una respuesta, lo lógico era poder consultar con alguien profesional, idealmente un experto. Y eso hice. Contacté a Hector Avalos, profesor de Estudios religiosos de la Universidad de Iowa. Hector Avalos es Doctor en Filosofía (PhD) en Hebreo Bíblico y estudios de Medio Oriente de la Universidad de Harvard, Máster en Estudios Teológicos de Harvard Divinity School y Bachiller en antropología de la Universidad de Arizona, y autor de numerosos libros de temas religiosos y apologética. Por lo tanto, cualquier cosa que él pudiera comentar sería muy valioso.

Y así fue. En agosto de 2011 escribí al Dr. Avalos:
“[...] Dado que Ud. es un erudito del tema bíblico, quería hacerle una consulta respecto de un problema que encuentro en los relatos del NT y la resurrección de Jesús. Después de leer mucho del tema, y leyendo varios de los libros de Bart D. Ehrman, llegué a un análisis que considero que demuestra que los relatos de la resurrección tienen una contradicción interna tal que no pueden ser ciertos. 
El texto del caso que presento lo escribí en mi blog personal. Sin embargo, este "argumento" es raro de encontrar, y no lo he visto discutido en casi ninguna parte, a excepción del artículo de Eric Lyons de Apologetic Press, que también analizo en el mismo artículo. 
Por ello le agradecería si pudiera examinar el análisis que hice, y le agradecería si pudiera contarme si Ud. ve algún fallo en los argumentos o en su lógica que lo hagan inválido. 
Y, en caso de que el análisis fuera válido, me asaltan estas dudas ¿Por qué este argumento no es discutido o usado en forma más frecuente? ¿Por qué no se utiliza como un contra-argumento de la validez de los evangelios respecto de la resurrección, por ejemplo para neutralizar la postura de [William L.] Craig?”
El Dr. Avalos me preguntó cuál era el argumento central “novedoso” de mi artículo. Mi respuesta fue:
“Respecto a mi análisis/argumento: no es que sea completamente nuevo; Ehrman explica en muchos de sus libros como los relatos de la resurrección son contradictorios unos con otros. Pero siempre queda espacio para decir que los relatos son "complementarios" como una manera de "resolver" esas contradicciones; Por ello considero que lo "novedoso" es analizar la contradicción de "Jesús aparecerá en Galilea" (Mateo 26:32; Marcos 14:28, Mateo 28:5-7, Marcos 16:5-8, Mateo 28:8-10 y Mateo 28:16-18) versus "Jesús aparece al tercer día en Jerusalén" (Lucas 24:36-40, Juan 20:19-21, Lucas 24:49) en detalle y llevar esa contradicción al extremo de su conclusión lógica:ambas versiones no pueden ser simultáneamente ciertas pues son excluyentes, y al menos una de las dos debe ser ser falsa.

Por ello, considero que estos pasajes de mi artículo sería el núcleo del argumento:

«¿Cómo es posible que el Jesús de Mateo diera expresas instrucciones a los discípulos de ir verle en Galilea, mientras que el Jesús de Lucas y Juan se planta en medio de ellos sorpresivamente el mismo día de su resurrección, en pleno Jerusalén y no en Galilea? [...] Un vistazo superficial muestra que hay una contradicción entre los evangelios de Mateo y Marcos, donde Jesús ordena a los discípulos viajen a Galilea para verle a él resucitado, en contra los evangelios de Lucas y Juan, donde Jesús nunca ordena un viaje a Galilea, pero en cambio se les aparece directamente en Jerusalén el mismo domingo de resurrección, y además en el evangelio de Lucas Jesús les ordena explícitamente que no se vayan de ahí [...] dado que los relatos de Marcos/Mateo versus Lucas/Juan se contradicen ¿Cómo se resuelve ese conflicto?»

Mi conclusión hasta ahora es que este conflicto o contradicción no tiene solución satisfactoria (i.e., que logre demostrar que ambos relatos pueden ser simultáneamente ciertos).

El análisis del artículo de Lyons es más bien un "apéndice" dado que toca el tema del debate "Galilea-Jerusalén", pero ese artículo no es la base de mi análisis ni toca en profundidad la contradicción que analizo. Sólo lo mencioné (y lo analicé) porque es lo único similar que he encontrado en la red respecto del tema.”
La respuesta del Dr. Ávalos fue sucinta pero contundente, y vale su peso en oro:
“La contradicción acerca del lugar donde los discípulos vieron a Jesús por primera vez después de su resurrección es bien conocido, y fecha por lo menos desde que se numeró la contradicción # 8 por Hermann Samuel Reimarus, el erudito que se dice ser el primero que investigó el Jesús "histórico" en la era moderna. Se puede encontrar en su libro Fragments (publicado por primera vez en 1774-78; editor Charles H. Talbert (Philadelphia: Fortress Press, 1970), p. 175. Desde entonces se ha mencionado por numerosos escritores, y yo lo considero como una contradicción sin resolución a pesar de lo que dice Lyons.”
Así que, don Pedro, ahí tiene una respuesta bibliográfica contundente :-)

Pero ¿cuál es el argumento número 8 de Hermann. S. Reimarus? Imposible saberlo por solo mencionarlo. Por lo tanto compré la edición de 1979 de Charles H. Talbert del libro, y pude ver que el análisis de la contradicción #8 y siguientes por parte de Reimarus son lejos más amplias y profundas que mi propio artículo.

El análisis de Reimarus es tan demoledor, que él nunca se atrevió a publicarlo en vida. Solo después de su muerte estos fragmentos del pensamiento fueron publicados, entre ¡1774 y 1778! Sí, leyó bien. Mil setecientos setenta y ocho. Por lo tanto el desafío, que yo honestamente, solo re-descubrí, tiene no solo 5 años, sino que casi 240 años, y hasta la fecha los expertos reconocen que no tiene solución.

¿Qué más se puede decir? Bueno, decir que un tal Reimarus llegó más o menos a la misma conclusión que yo hace más de 200 años no dice mucho per sé pues ambos podríamos estar equivocados. ¿Qué dijo él? ¿Cuál es su argumento?

El texto de Reimarus en cuestión no se encuentra (en inglés o español) en ninguna parte de la red que yo haya podido encontrar. Lo más cercano es el texto ofrecido por archive.org de Fragmentos, que corresponde a la edición de 1879 de Charles Voysey, que recomiendo sin lugar a dudas leer a todos los interesados, pero que para efectos del “Desafío”, en la página 31 salta desde la sección §9 a la §33, omitiendo todo el texto de en medio, en particular la contradicción #8 y su análisis que están en la sección §29 y siguientes.

Pero como yo sí cuento con la edición en papel de Fragmentos de Charles H. Talbert de 1979, que sí contiene las secciones de interés. Al leer a Reimarus, su análisis es delicioso por su honestidad, profundidad y claro razonamiento lógico. Tan delicioso, que desde que lo leí en 2011 quise poder compartirlo con todos en la red. Y por ello es que demoré tanto tiempo, años, en mencionarlo. Desde ese día ambicioné el traducir el texto de Reimarus, al menos su “Contradicción #8”, al español, y publicarla en mi blog. Pero esa es una tarea que requiere un tiempo y una dedicación que no había podido darle. Hasta ahora.

Hoy quiero compartir esta información que he atesorado estos años, y quienes sientan impaciencia por conocer de Reimarus, lean su libro, y puedan sentir, como él y como yo, el haberse acercado a una verdad tan elusiva.

Les dejo una traducción al español de la sección §29 de Fragmentos de Reimarus. Las secciones siguientes siguen el análisis, y espero en el futuro completar su traducción.

Y el Desafío a la Inerrancia Bíblica sigue en pie. Y puedo apostar que lo seguirá, imbatido, por otros 240 años, y más.


Hermann Samuel Reimarus.

Fragmentos.

Las intensiones de Jesús y sus enseñanzas, parte II

Las narrativas de la resurrección.

§29

La octava contradicción concierne al lugar en el cual Jesús apareció a los discípulos. En Mateo el ángel dice a las mujeres, “Digan a los discípulos que Él se ha levantado de entre los muertos, y mirad, él está yendo delante de ustedes a Galilea; ahí ustedes lo verán”. Jesús mismo repite esto mismo poco después, “Vayan y digan a mis hermanos que vayan a Galilea, y que ahí ellos me verán”. Acto seguido los once discípulos van a Galilea a la montaña a la cual Jesús les había ordenado ir, allí ellos lo ven; pero varios dudan. Lucas nos dice justo lo opuesto. Él nos dice que dos discípulos en el mismo día que María Magdalena se entera de la resurrección de Jesús, esto es, en el primer día de la resurrección, habían caminado hacia la pequeña villa de Emaús, una distancia que Grotius dice que toma un poco más de dos horas recorrer. Ahora, cuando Jesús se reúne con ellos en el camino y posteriormente se revela a ellos en la villa, ellos retornan a esa misma hora a Jerusalén y encuentran a los once reunidos junto con otros, les dicen que ellos han visto a Jesús en el camino y que lo reconocieron al partir el pan. Mientras ellos están diciendo esto Jesús se aparece en medio de ellos y dice, “La paz sea con ustedes”. Él les muestra sus manos y sus pies, está dispuesto a que lo toquen, y delante de sus ojos come pescado hervido, explicándoles a partir de las Escrituras que Cristo debe levantarse después de su pasión, los invita a ser testigos de su resurrección y a que permanezcan en Jerusalén hasta que reciban el poder de lo alto, esto es, el don del Espíritu Santo que había de ser derramado sobre ellos en Pentecostés cincuenta días después de pascua. Y en Hechos Lucas dice incluso en forma más explícita que Jesús les ordenó no dejar Jerusalén, sino esperar la promesa de su Padre ahí, esto es, el poder el Espíritu Santo que vendría sobre ellos (Hechos 1:4). Ahora, si Jesús de manera directa en el primer día de la resurrección ordena a todos los once discípulos mantenerse en Jerusalén hasta pentecostés y no irse, ¿cómo puede él haberles ordenado ir a Galilea durante el mismo periodo? ¿Cómo puede haber prometido que ellos lo verían allá, y como él puede realmente haberse mostrado a ellos en la montaña? Lucas mismo habría tenido que reconocer que ambas cosas no pueden haber ocurrido simultáneamente. Así que él no menciona ni una palabra de la aparición en Galilea y de las órdenes al respecto. En Lucas ni Jesús ni el ángel le dicen a María como lo hacen en los otros relatos,“Dile a mis hermanos que vayan a Galilea, y que allá me verán”. En vez de eso, Lucas hace que las palabras del ángel sean, “Recuerden como Jesús les habló a ustedes cuando él estaba aún en Galilea”. Mucho menos dice Lucas que los discípulos hayan efectivamente ido a Galilea y que Jesús se haya aparecido a ellos en la montaña o en la orilla del lago. En vez de eso, en su historia inmediatamente después de ordenarles permanecer en Jerusalén, Jesús lleva a los discípulos a Betania, los bendice ahí y asciende al cielo.

Ahora, así como Lucas no podría haberse contradicho a sí mismo tan patentemente en cuanto a que Jesús hubiera agregado a sus órdenes el permanecer en Jerusalén una cita de aparición en Galilea, los otros evangelistas que nos cuentan de las apariciones en Galilea siendo ordenadas por Jesús y ocurriendo allá, no pueden recordar ninguna orden de Jesús respecto de permanecer en Jerusalén. Mateo no menciona para nada ninguna aparición en Jerusalén, apenas aquella en la montaña en Galilea donde Jesús dijo a los discípulos reunirse, y donde Jesús en seguida les ordena, “Vayan y enseñen a todas las personas”. Para estar seguro, Marcos alega que Jesús se apareció a los discípulos en Jerusalén cuando ellos estaban sentados a la mesa, pero no que él les ordenara permanecer ahí; en vez de eso, él les dice, “Vayan a todo el mundo”. Y así en Juan, quien reporta en detalle la aparición en Galilea tanto como dos en Jerusalén, ninguna palabra puede encontrarse en el sentido de que Jesús supuestamente haya dicho desde el principio que ellos no debían abandonar Jerusalén. Porque ¿cómo podrían todas estas personas haber olvidado tan groseramente y luego puesto por escrito, uno después de otro, las cosas que luego anularían lo que había sido dicho justo antes? Con tanto cuidado como cualquiera de ellos puede haber sido respecto de eso, de no contradecirse a sí mismos, es incontestablemente claro que unos contradicen a los otros y los dejan como mentirosos. Si es cierto, como dice Lucas, que en el primer día de la resurrección apareció a sus discípulos en Jerusalén y les ordenó permanecer ahí y no marcharse hasta Pentecostés, entonces no es cierto que les haya ordenado durante el mismo periodo el viajar desde Jerusalén hasta la lejana Galilea para aparecérseles a ellos allá. Y por el contrario, uno no puede sino pensar que si esto es cierto, lo otro debe ser falso. Es la más obvia contradicción posible, especialmente en relación con el punto principal de la cual la validez de sus testimonios depende.

Porque si los testigos de la resurrección de Jesús debieran, por supuesto, testificar acerca de todo eso de que apareció ante ellos en Jerusalén y que esa aparición se suponía no podía ocurrir en ningún lugar fuera de Jerusalén, y otro testigo dice que la aparición ocurrió en Galilea como se suponía que tenía que ser, y si uno reporta que su maestro les ordenó no dejar Jerusalén entre pascua y pentecostés, y el otro dice que él les ordenó estar lejos de la ciudad en el mismo periodo, y si uno le sirve pescado hervido a puerta cerrada en Jerusalén, y el otro le sirve en el mar de Galilea, ellos están mutua y totalmente destruyendo la credibilidad de sus testimonios.

Pero , incluso si dejamos a un lado en el relato de Lucas la orden de Jesús de permanecer en Jerusalén, igual las dos apariciones en el relato no concuerdan (la aparición doble en Jerusalén y la tercera en Galilea), tal como al parecer Juan intenta hasta cierto punto hacer. Porque si todos los discípulos vieron a Jesús en Jerusalén en dos ocasiones, hablaron con él, lo tocaron y comieron con él ¿cómo puede ser que ellos hayan tenido que hacer el largo viaje hasta Galilea para verlo, y para qué propósito el ir y volver? Él les podría haber dicho en Jerusalén las mismas cosas que les dijo en Galilea, y verlo, tocarlo, escucharlo y servirle pescado hervido a Él en Galilea no podría haberlos convencido más que si lo hubieran hecho en Jerusalén, escuchándolo y tocándolo, y sirviéndole pescado hervido ahí También, al final Él se supone haber reunido a sus discípulos cerca de Jerusalén, en Betania o cerca del Monte de los Olivos, y haber ascendido a los cielos delante de sus ojos. Si entonces Él había aparecido previamente dos veces en Jerusalén y si ahora Él pretendía dejarlos cerca de Jerusalén, y si durante estas apariciones en Jerusalén Él les había convencido de su resurrección viéndolo y tocándolo, hablando y comiendo, con pruebas de las Escrituras, con muchos milagros delante de sus ojos, y finalmente lo más convincentemente con su ascensión ¿para qué era necesario para estos completamente convencidos discípulos llevar a cabo el largo viaje a Galilea entre las dos ocasiones a fin de verlo allá? ¿Tenía Jesús tal vez algo importante de que preocuparse allá que le impedía estar con ellos al mismo tiempo en Jerusalén? ¿O podía Él manifestarse mejor a ellos ahí que en Jerusalén y decirles otras cosas para convencerlos? Puede asumir lo que quiera, no hay motivos razonables para este viaje, si no es la intención anular el relato previo y las propiedades atribuidas a Jesús después de su resurrección.

§30

Pero respecto de la aparición en Galilea misma el evangelista que la relata comete múltiples contradicciones. [...]»

 ... continuará :-)